Un ángel exterminador


Hoy he participado en una manifestación multitudinaria. Las calles adyacentes al acontecimiento han sido cortadas al tráfico y he regresado a casa con histriónico y lento caminar a través de la carretera de mi amada Gran Vía madrileña. Los paisajes urbanos desprovistos de coches te remiten irremediablente a un sueño o a un cataclismo. La onírica visión resulta del todo inquietante y prueba de ello es que los paseantes no terminan de decidirse a profanar los sagrados muros invisibles. Me miran. A mi espalda una multitud que se expresa brama los últimos ecos de una banda sonora en vinilo.
-"Eres la protagonista de una peli de Buñuel"- me he dicho.
-"Camina en blanco y negro, Beatrice".

El fantasma de Canterville II

En las casas de 30 metros construidos las decimonónicas almas en pena de clase media sufren ansiedad y suspiran más que en el limbo de Dante. El amplio espacio iluminado por cinco balcones exteriores que en vida conformó su hogar, ha sido tabicado en numerosos micro-estudios lujosamente dotados con aire acondicionado y todos los electrodomésticos. La estructuración del espacio del siglo XXI ha conseguido que las ánimas prefieran vagar eternamente por cualquier oscura celda de La Bastilla... porque a ellas los microondas... ni fu ni fa, pero eso sí, profesan un gran respeto por el patrimonio histórico. Urge que Oscar Wilde resucite.

Génesis


Mis padres son maravillosos. Están divorciados y se quieren. Su ya larga amistosa relación de apego y lealtad todavía despierta curiosidades y remueve conciencias, mientras ellos pasean tranquilos esa sabiduría emocional de película francesa en la que no cabe un atisbo de sordidez, ni mácula morbosa. Qué hermosa correspondencia la suya y cuán corta me quedo en elogios para estas dos personas elocuentes que construyen extraordinarias realidades de referencia, dignas de admiración.

En un lugar de La Mancha


Si Cervantes hubiera profetizado helicópteros,
hoy en Castilla los gigantes acostados podrían volar.